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Entrevista a Gillespi: UN GRANDE NO, UN ALTO:

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GILLESPI Marcelo Rodríguez, más conocido como GILLESPI, es más de lo que puede llamarse ‘un grande’, por eso la característica que mejor lo describe: ‘alto’. Siendo músico, humorista y referente de los medios hizo, sigue haciendo de todo y promete más: ‘Hay una caja de pandora que va a seguir sorprendiendo’, adelanta. Actualmente, el 2008 lo tiene ocupado –entre otras tantas cosas- con los programas radiales ‘Falso impostor’ que conduce por FM Rock and Pop y la participación en ‘La venganza será terrible’ junto a Alejandro Dolina en Radio 10. Pero eso no es todo, también se encarga de dedicarle tiempo a una de sus mayores pasiones: la música. Gillespi y su banda de jazz se presentaron en XLR para brindar un show en donde no faltaron ni la buena música ni el humor: ‘La gente se mete en el repertorio y pide temas, es que acá en el oeste, en la zona de San Miguel y José C. Paz andan en la onda del jazz’, bromeó.

ENTREVISTA:

– Noche de lluvia, ideal para escuchar música tranquila en San Miguel –como decías en el escenario- un lugar que reclamaba jazz ¿No?

(Ríe) La verdad es que sí. Una noche rara pero agradable. Ya vinimos varias veces a San Miguel, nos gusta. Además el dueño de este sitio fue sonidista de mi banda unos años. Raúl Zaldo se llama. Él era sonidista en Niceto y ahí hicimos como un año entero de shows. Así que nos une una amistad.

– ¿Cómo fue tu primer acercamiento con la trompeta?

Yo a los 15 años tocaba la guitarra, era violero como todo el mundo. Me encanta la viola, es como mi segundo instrumento. Y un día mi primo me hizo escuchar Miles Davis y dije ‘¿Esto qué es?’ ‘Una trompeta es esto’ Y la historia es bastante larga porque eran los 80’. Treinta años atrás era un desierto. Estaban los milicos todavía, trompetistas no había. Prácticamente no había mucho rock. Después de las Malvinas vino el gran quilombo. Bueno, en realidad estaba Charly, Luis Alberto Spinetta, pero no habían salido todas esas bandas que después aparecieron.

– La gran explosión del rock…

Sí, pero fue difícil lo de la trompeta. La única trompeta que había en Monte Grande, donde yo vivo, la tenía un pastor evangelista. Norteamericano era, no entendía un porongo de castellano el tipo. Y me fui a la iglesia. ‘Yo quiero tocar la trompeta’ le dije. El tipo había traído trompeta, trombón, cosas para la iglesia para que toquen los domingos, una cosa muy yanqui. Acá por ahí no se usa eso pero allá, ellos tocan con todo. Los evangelistas son así.
Yo le preguntaba al pastor ‘¿Puedo venir al templo a tocar?’ Entonces salía de la escuela secundaria y me iba a la iglesia. Estuve unos cuantos meses así, me hice evangelista y todo. Hasta que un día le pedí que me vendiera la trompeta. Como yo no tenía plata les negocié a mis viejos. Me acuerdo que les dije ‘No voy de viaje de egresados a Bariloche pero con esa plata me compro un instrumento’ Y entonces me compré la trompeta.

– Sacrificaste Bariloche…

Sacrifiqué Bariloche, me compré la trompeta… ¡Y me fui de la iglesia! (Risas) Y esa trompeta emprendió un camino… Fue la trompeta con la que toqué en Sumo, que fue algo que estaba bastante lejos de lo que es una iglesia.

– ¡Se horrorizaba la trompeta!

Ha subido a los lugares más demoníacos…

– El camino de la trompeta

Sí. No se imaginó nunca lo que iba a pasar.

– ¿La seguís teniendo actualmente?

Sí. La usé bastante. Grabé un disco de Divididos, también de Las Pelotas. Y después me compré otra mejor. La sigo conservando, pero está muy baqueteada.

– Y después te pusiste a estudiar psicología ¿Qué te llevó a eso?

Me gusta la psicología. Por ahí no me gustan tanto los psicólogos pero me gustan las lecturas, los libros de psicología, de filosofía. Toda la parte esa de formación viste que es… La facultad es alucinante. Hice hasta tercer año, pero llegó un momento en el que yo estaba tocando en bandas de rock y alguna que otra banda de jazz, estaba muy activo con la música. Me tenía que definir. Y la verdad es que no me veía como psicólogo, con un consultorio… ‘Dr. Gillespi’… ‘Sacar turno’ (Risas) Entonces un día dejé y me dediqué a la música a full.

– ¿Y lo aprendido ahí te sirvió para lo que hacés ahora?

Me sirvió para todo, porque me dio un perfil… tómenlo con pinzas, póngale pinzas a la grabación. Un dibujo de pinzas. (Risas) Me dio una cosa media intelectual –con pinzas, eh!- Tampoco soy Borges. Pero me habituó a leer. Hasta el día de hoy leo mucho, y eso viene de la época de la facultad.

– La cosa es que las vueltas de la vida te llevaron a los medios ¿Qué encontraste ahí? Porque te quedaste…

Lo que pasó es que yo empecé a escribir cuentos graciosos, de humor. Y eso fue lo que le gustó a Pettinato cuando empezamos a ser amigos. ‘Vos tenés que escribir para mí’, me dijo. Él tenía laburos en TV y necesitaba a alguien que lo abastezca de chistes de la actualidad, de los políticos, y esas cosas. Entonces empecé a laburar como guionista de Petti. Después de varias vueltas llegué a aparecer en cámara, pero eso se fue dando con el tiempo.

– Lo que más te gusta es la radio ¿No?

Sí. Lo bueno de la radio es que es una situación mágica. Sólo los que estamos ahí sabemos lo que estamos haciendo. En radio se trabaja con el audio, y el audio es infinito. Hay cosas grabadas, cosas en vivo, música, artísticas. Me resulta parecido a tocar con mi banda. La tele no, la tele es otra cosa.

– Bueno, se dice también que la radio tiene esa conexión con la lectura porque incentiva mucho la imaginación…

A mí me encanta trabajar con todas esas cosas. De hecho, hice muchos personajes en radio, con Bonadeo, con Castelo… Pero ahora hago un programa de música, como un magazine de la tarde: hablamos de fútbol y boludeces. Pero me gusta, la radio es como tocar con mi banda y la tele es como tocar con Chayanne (Risas) Sí, es una cosa que no sé de qué va. Me tengo que peinar, afeitar, ponerme una camisita no se qué…

– Te tenés que maquillar…

Sí, tengo que ser otro que no soy yo.

– Es como ir, tocar y volver.

Claro.

– Ahora si tenés que decir ‘Me dedico a tal cosa’ ¿Elegís la música?

Ladrón profesional, ladrón de guante blanco. (Risas) No sé, me dedico a todo un poco. Ahora estoy escribiendo un libro, escribo en mi blog, tengo veinte cosas. He tenido un sello discográfico, edité bandas… Y ahora estoy armando un estudio de grabación.

– ¿De qué se trata el libro?

Es un libro que se llama ‘Blow’, que es ‘soplar’. Habla de mis aventuras por el mundo. También aparecen una cantidad de colegas músicos que también dicen cosas. Hay conversaciones acerca de la noche, acerca de algunas noches gloriosas…

– ¿Es una suerte de autobiografía?

No tanto. Yo creo que a mucha gente le va a gustar el libro. Bah! Lo va a leer rápido. No es un libro que te va a decir la verdad de la vida. Es un libro de gente muy atorranta. (Risas)

– ¿Cuándo sale el libro?

El libro lo voy a terminar para fin de año. Y entre que se corrige, se edita y todo, va a salir para el año que viene.

– Siguiendo con la música, una vez habías dicho que la trompeta desconcierta…

(Interrumpe) Lo que tiene la trompeta es que es un instrumento muy filoso. Para empezar, es muy difícil de tocar. Para tocar bien tenés que dedicarte toda una vida. Es un instrumento que te sorprende. Es un sistema de tubos que funciona con la presión del aire, con las distintas presiones del aire. Y eso es… ¡Un quilombo! O sea, si vos te tomaste un par de tragos, no sabés qué pasa porque por ahí le entras al palo con los soplidos y se te va a la mierda todo, la afinación, las notas… Es un instrumento que demanda mucho autocontrol y estudio. La trompeta tiene una característica que, por ejemplo, a los diez días de no tocar tenés que empezar de nuevo, desde cero. La boca no es un lugar de mucha musculatura, entonces se pierde enseguida toda la tonicidad.

– Hay que ser constante…

Sí. Es un instrumento que es difícil de tocar pero si andás más o menos encaminado, te va bien porque no tenés mucha competencia.

– Es una gran verdad.

Claro, en cambio con la viola, en cada cuadra tenés dos que se tocan todo. Es distinta la onda.

– Y siguiendo con la constancia ¿Ser constante te llevó a la trompeta, o fue al revés?

Tener la trompeta me llevó a ser constante. Yo no soy constante. La trompeta, los compromisos artísticos y laborales me llevaron a tener que estar siempre estudiando o tocando.

– Escuché que te declaraste maníaco de la música, que te encerrás a tocar.

Soy maníaco. A mí la música me pierde en todas sus formas. Tanto escuchando discos como lo relacionado al estudio de grabación. Me fascina la parte de los aparatitos, saber cómo funcionan y toda esa historia.

– ¿Eso te aggiornó un poco al jazz, que por ahí es más básico?

Lo que pasa es que yo hago mi propio camino. Mi camino implica mucho rock. Yo no me puedo sentir similar a muchos trompetistas que son tipos puros de jazz. A mí me cabe la electrónica, me gustan mucho los aparatos, los guitarristas que tocan guitarra eléctrica, bajo eléctrico… En los discos meto muchas cosas: blues, cosas que hago con el raggae, etc. Eso en el jazz no pasa. Me gusta procesar la trompeta, tengo un montón de procesadores. Yo toco la trompeta como si fuese un violero: con pedalera, con todo eso.

– ¿Al punto de llegar al santaolallismo de fusionar jazz con electro?

Me encantaría. Lo venimos prometiendo con gente que está en ese palo. Con Dj’s y músicos electrónicos siempre decimos que tenemos que hacer un disco. Todavía no lo hice, y por el momento no lo voy a hacer. Sigo copado con el sonido de una banda de músicos que toquen. Pero no descarto hacer algo ‘ambient’ con mucha máquina y trompeta.

– Teniendo en cuenta todo lo que hiciste y todo lo que seguís haciendo ¿Creés que sos un tipo que desconcierta a la gente?

Desconcierto a la gente, si. Me encanta eso. No lo hago a propósito, pero lo que pasa es que me aburro muy rápido de todo. Por ejemplo ahora tenemos un disco ya grabado que va a salir el año que viene y yo ya tengo la cabeza en otra cosa.

– ¿Qué promete el disco? Se había dicho que iba a tocar Ceratti ahí también ¿no?

Todavía no hay nada de Gustavo, pero tenemos hasta fin de año. Quiero que él cante y escriba una letra. Pero estamos en eso.

– Tuviste dos hijos, escribiste un libro ¿Plantaste un árbol?

Sí.

– ¿Qué falta?

Bueno, además de eso hay un montón de otras cosas! ¿Qué falta? Todavía faltan cosas. Hay una caja de pandora que va a seguir sorprendiendo.

11/11/2008

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