Los especialistas coinciden en que los jóvenes que están en un marco de contención adecuado y cuentan con información sobre los efectos del consumo excesivo de alcohol, estarán mejor preparados para tomar las decisiones correctas. Sin embargo, esto que parece tan simple, genera muchas dudas en los padres.
Para encarar seriamente una tarea de prevención, no basta con ofrecer a los jóvenes datos o estadísticas sobre el impacto y los riesgos que implica para la salud. Es necesario crear el espacio, el clima y la oportunidad para hablar con ellos, para que puedan asimilar esta información, analizar por qué se producen esas conductas, en qué contextos, ayudarlos a discernir qué es moderado y qué es abusivo. Indagar acerca de cuáles son las verdaderas causas de fondo que hacen que una persona joven, con proyectos y todo un futuro por delante crea -equivocadamente- que mediante el consumo de alcohol en exceso logrará estar mejor, divertirse más o integrarse a su grupo.
Lejos de pretender juzgarlos, en este diálogo es importante hablar, pero, sobre todo, escucharlos y tratar de analizar por qué les atrae el consumo de alcohol, qué es lo que están buscando con esa conducta. En este punto, puede ser útil tener presente la palabra de los especialistas, que señalan que en general el abuso de una sustancia como el alcohol es siempre el intento de solucionar un problema anterior, es decir que es un intento de solución equivocado, que se convierte en otra enfermedad.
Le pasamos la palabra a ellos, los adolescentes, éstos son las respuestas que dieron a esta pregunta: ¿Qué esperan los adolescentes de los padres?
Como padres, es importante prestar atención a algunos síntomas o conductas tales como:
“Hay que tirarse al agua, queridos padres. Educar, emitir mensajes, exigir modelos. Para eso estamos”.
20/08/2011
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