El equipo de Bella Vista dejó la primera categoría del rugby de la URBA después de 18 años. A pesar de alguna levantada, nunca pudo hacer pie, los conflictos internos pesaron mucho y fue de frustración en frustración. Ahora, la clave para volver será conformar un grupo unido y lograr la comunión entre jugadores y entrenadores.
Si alguien lo hubiera afirmado a comienzos de año, nadie lo habría creído. Pero lo cierto es que fueron pasando los partidos y las decepciones se fueron sucediendo, una tras otras. Primero fue la muy mala campaña en la clasificación del Grupo I, que lo dejó afuera del Top 14. Y el sábado pasado se concretó eso que nadie esperaba: el descenso. De nada sirvió el triunfo frente a Los Matreros por 36-10, porque Regatas ya no dependía de sí mismo y los resultados de Liceo Militar y Buenos Aires no ayudaron. La suerte había quedado prácticamente echada la fecha anterior, tras perder sobre el final un partido ante Deportiva Francesa que tenía en el bolsillo.
Luego de 18 años en la máxima categoría de la Unión de Rugby de Buenos Aires (URBA), Regatas Bella Vista volverá a jugar en segunda. Lejos quedó el pico de rendimiento institucional y deportivo, cuando en 2002 perdió ajustadamente la final del certamen contra el SIC. Las diferencias internas del plantel superior fueron creciendo con los años y se tornaron indisimulables. Y son pocos los que dudan que tuvieron una fuerte incidencia en el desenlace final, en las dificultades que hubo para conformar un equipo, más allá de las individualidades. Además, a lo largo de este año nunca llegó a afirmarse la relación entre el cuerpo de entrenadores y buena parte de los jugadores.
La responsabilidad es compartida entre los que entran a la cancha, los que los dirigen afuera de ella y quienes marcan el destino del club desde la Comisión Directiva. Ahora, todos piensan en una sola cosa para el año próximo: volver a primera. Todos tendrán que dejar de lado las diferencias y establecer un camino para lograrlo.
AUTOR/FUENTE: JMR
17/11/2011
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